"Mil millones de agujitas en tus ojos. Las palabras inconexas no dan para más. Si nos miramos descubrimos que tan malo es estar solo como creerlo. Si miro tus ojos puedo verlos desteñidos tras la batalla. Y ahora, en busca del perdón de los pecados, me buscas. Tómame en tu boca. No soy digno de tí pero una sola palabra bastará para salvarme. Toma la comunión y olvida conmigo. Carne de la carne, sangre de la sangre. La comunión química. Dos mil años de culpa y expiación. La risa desmedida del Diablo. Pensamientos aligerados de toda conciencia adoctrinada. Aprende a sentirte culpable, la libertad no existe. Somos demasiado cobardes para tomarla más allá que en sucedáneos que nos ofrecen sin manos. El "placebo bastardo" siempre da buen resultado. Definitivamente no caminos por el Valle de las sombras de la Muerte, nos deslizamos comodamente entre la miseria ajena mientras nos dicen que el buen pastor es hijo de Abel.
Conforme avanzan desbocadas las horas, la línea entre el bien y el mal queda suspendida en favor de la crítica tendenciosa en un movimiento pendular de reflujo temporal. Horas como olas u olas como horas. Pequeñas y llameantes hogueras que sólo sirven para dilatar las pupilas hasta la midriasis. pequeñas llamas que se introducen en el cuerpo como una sambra demoníaca. Las luces se reflejan en la caverna. Me vuelvo del revés y salgo por mis costuras.
El vértigo y la velocidad son los mejores compañeros de ese silencio que nunca traiciona. Nunca tan lejos y tan cerca del vómito, de la prueba definitiva de mi humanidad. mariposas de largas alas se elevan desde mi estómago hacia la cabeza. Las alas como pantallas me permiten ver esa realidad tamizada con colores suaves en una agresiva presentación. Un dato tras otro hasta que el volumen hace incomprensible el mensaje. Abierto a toda interpretación se hace difícil juzgar a alguien: quién esté libre de pecado que tire la primera piedra.
El grito, la naúsea, un lloro desconsolado ante el que no nos han enseñado a reaccionar. El final de la culpa es la muerte. Apuesta el resto contra ella, carga el tambor del revolver con la sobredosis. Sólo el Dolor empuja a la acción. Nada queda por debajo del dolor, el principio radical.
Las cuchillas se afilan en mi piel, mientras tú ríes como un niño. Es curiosa tu risa. Nunca me acostu7mbro, siempre me sorprende y me engaña, con la promesa de que todavía hay alguien que se resiste a morir resignado entre un montón de pequeños artículos de teletienda. Sinceramente agradezco la mentira y la elevo en mi status de representaciones particulares de la realidad. No, todavía no he conseguido una realidad inventada. Si así fuese no estaría aquí escribiendo sino dentro de ella, viendo mi propio Cielo. No he conseguido tanto. Mis fuerzas acabaron cuando conseguí crear el infierno. Ahora busco almas perdidas entre los cuerpos que me rodean. Velas encendidas. las llamas prenden la cortina de la habitación. Dime que la habitación vacía no lo estará más. Miente, miente, miente. Miente de una forma diferente, recordando una y otra vez, hasta desaparecer...
domingo, agosto 20, 2006
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