De "Dios habita encima de mi oreja" (Rosa Montero)
"es una realidad incuestionable que los epilépticos, cuyos ataques se originan justamente en esa zona del lóbulo (lóbulo temporal izquerdo), pueden experimentar intensos raptos místicos durante sus crisis, y en ocasiones también en los períodos intermedios entre ataque y ataque. Estas crisis epilépticas a menudo pertenecen a lo que se conoce como "el pequeño mal", esto es, descargas muy localizadas que duran muy pocos segundos y que en realidad apenas si tienen consecuencias generales, salvo ese repentino deslumbramiento ante la totalidad divina.
Sin embargo, el rastro que dejan estas sacudidas eléctricas en el cerebro puede cambiar el comportamiento del individuo para siempre, hasta el punto de que algunos neurólogos hablan de la "personalidad del lóbulo temporal" de estos enfermos, que consistiría, más o menos, en falta de sentido del humor, exacerbación de las emociones, tendencia a otorgarle una dimensión cósmica hasta a la más menuda de las nimiedades, egolatría y obsesivo interés por los temas filosóficos, religiosos y morales.(...)
"Hubo un experimento en el que se midió la respuesta emocional de gente normal y de pacientes con lesión en el lóbulo ante diversas imagenes: retratos de familiares, representaciones neutras (por ejemplo, un vaso), fotos eróticas, escenas de horrorosa violencia (como un cocodrilo devorando una persona viva) e imágenes sagradas. Las personas normales se activaban emocionalmente con las fotos familiares y erótica, y se disparaban con las de violencia. Los pacientes sólo mostraban emoción ante los símbolos sagrados. Me asusta pensar que algunos santones hayan sido o sean enfermos cerebrales capaces de ignorar el dolor de un humano devorado vivo, pero que se ponen a levitar con la simple visión de una cruz. Aunque tal vez en esto resida la explicación del horror del mundo: puede que el Mal simplemente sea ese Dios enfermo y lesionado que llevamos en el interior de nuestros cráneos."
jueves, mayo 15, 2008
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1 comentario:
Me ha gustado mucho el párrafo de Montero, quizás sea verdad que el mal esté ocncretado en ese pequeño mal...seria horrible.
Sobre la epilepsia...qué decir si siempre ha sido un estigma al igual k las demás enfermedades mentales.
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